Las observas y te atrapan, las escuchas continuamente y sabes que están ahí, se insinúan llueva o brille el sol y ves sus siluetas al trasluz de tu mirada. Cierras los ojos y sus canciones llegan a tus oídos como llamadas de sirena en mares lejanos y las ves orgullosas, altaneras y afiladas sin saber exactamente porque te atraen. Lo inaudito e inverosímil es que apenas las conoces y ya te atraen y al volante en carretera las miras de reojo y las reconoces en el horizonte por su nombre y dificultad, deseando en silencio alcanzarlas,..poseerlas. Una semana, dos sábados y como si fuera un efecto Fata Morgana, las veo ahí continuamente, con los ojos abiertos o cerrados, despierto o durmiendo, con la mente en blanco o soñando con castillos de cuentos de hada,..¿ ilusión óptica, espejismo o exceso de literatura sobre la materia ?,..subconsciente cambiante como guardián de algo que ya ha sido o fue y es imposible recordarlo.
Y se convierte en voluntad, fuerza y voluntad, fuerza de voluntad como esa obsesión de dejar de hacer algo mientras te obsesionas en hacer otra cosa distinta, esa ansiedad que te corroe por dentro cuando no haces lo que no debes y te permite, aunque sea por unos segundos, creer que tienes el control sobre eso o aquello que ya no harás. Empiezas a pensar que igual estas en el camino adecuado porque aquel hito así te lo indica ( Llull escribiría fita ), aunque solo sea un montón de piedras, mojadas, guardando el equilibrio para no caer desmoronadas. Te llaman y tu vas. A una de ellas la has escuchado ya dos veces en muy poco tiempo, días parecidos, compañias agradables,..imágenes similares, sufrimientos distintos,..aire puro, aromas nuevos. La recordarás con cariño,..fue la primera, tu, cuentacuentos e inexperto,..pero fue la primera.